Desde el 17 de marzo se podrá ver en las salas de cine de México la película mexicana Patitos feos, de Mauricio Chernovetzky: una comedia disparatada y reflexiva que atraviesa la nostalgia y el apego.
Tres hermanos chihuahenses en sus cuarentas viven con su abuela gringa, quien pasa sus días alimentándolos con historias delirantes sobre su supuesto abuelo y amor de su vida: Pancho Villa. En una noche de eclipse lunar, los tres hermanos comparten una visión de peyote que los obliga a buscar la cabeza perdida de su legendario abuelo. Ellos, que nunca han abandonado su rancho y acompañados de su única yegua, se aventuran a un mundo desconocido en el que encuentran todo tipo de locuras.

En un espacio en el que la nostalgia todo lo llena -la luz, el color, los planos, el atrezzo, el vestuario, el ánimo…-, Chernovetzky se aventura a mezclar absurdo, folk, mitos e historia.
Como si quisiera retratar y homenajear a la memoria. La que es individual y la que también es colectiva.
Además, le confiere un nuevo valor al papel de lo inconcluso: ¿cómo nos conforma -como nación y como personas- lo inacabado, lo que apenas fue, o lo que no pudo ser?

Entre el absurdo y un fino revivir histórico, acompañaremos a los hermanos en un paseo surrealista, a modo de aventura delirante.
Así vemos aparecer un contraste entre lo rural y lo urbano (el rancho en Chichuaha; los hermanos a caballo entre el tráfico de coches), en el que está también la confrontación antiguo-moderno.
Estos hombres se quedaron en el pasado, prácticamente, de todo. En su rancho la tecnología de ahora no se hace presente, su movilización ocurre a punta de caballo…
De manera que en ellos se ha materializado una ingenuidad, una inocencia que no serían comunes en otros hombres de su edad.
Es en este costado naif en el que crece buena parte del relato: desde las historias de la abuela, pasando por un gato que les hace ir en la búsqueda de la cabeza desaparecida de su ‘abuelo’, hasta el descubrimiento de un nuevo mundo desde los ojos de quienes posiblemente ni siquiera podían imaginarlo.
Con la Revolución Mexicana presente, en este filme se la dibuja como una representación de aquello que se conserva vivo -quizás poco, pero vivo- de distintas maneras.
Por ejemplo: los muchachos, en sus vestimentas; ella, en su memoria de Pancho Villa.
Este logrado mood que amalgama el ayer-hoy se sostiene en varios elementos interesantes:
La presencia del folklore. Lo palpamos en la música, en el vestuario, en las costumbres (como la de beber leche de las ubres de la vaca, inconcebible en el mundo moderno).
El valor del mito. La cabeza de Pancho Villa revive a la figura, tan mítica como emblemática de la Revolución Mexicana… a la que también se trae de vuelta en el filme, desde la nostalgia.
Lo actual. Un recurso de animaciones propias de los videojuegos actúa perfecto como disrupción con lo pasado.
Como mención aparte, el filme consigue plasmar el valor de la familia mexicana, en un estilo colorido y simpático.
Una comedia inteligente y propositiva que se apoya en la nostalgia y ofrece interesantes momentos surreales y personajes desopilantes.

Patitos feos
Mauricio Chernovetzky
comedia
México, 2020
En cines de México desde el 17 de marzo
Deja una respuesta